Copio un buen artículo visto en
Ocean Sentry
Si alguna vez ves llorar a un asno, tu mundo nunca volverá a ser el mismo. Esas enormes lágrimas que se precipitan por debajo de sus largas pestañas perfilando sus mejillas, el temblor de sus labios, la curvatura de su espalda. Uno no puede más que lamentar la crueldad con la que la especie humana puede ser capaz de maltratar a una criatura tan tierna y frágil.
¿Somos los humanos los únicos que lloramos? Pregunta a cualquiera que haya visto a una perra en la calle a la que un coche haya atropellado a su cachorro o pateado un transeúnte. La noche se llena de aullidos mientras llora a su cría. Mi perro Milli tuvo a un cachorro al que un perro mató. Estuvo llorando durante una semana mientras lo buscaba por todas partes. Cuando una cría de chimpancé muere, la madre llevará su cuerpo con ella durante varios días. El gorila Koko, mientras estuvo cautivo, hizo amistad con un gato y cuando éste murió, lloró y lamentó su muerte.
¿Has escuchado alguna vez el llanto solitario de un ave olvidada por el resto de la bandada? ¿Has visto las lágrimas de una vaca mientras corre desesperadamente detrás del camión que se lleva a su cría al matadero? Yo sí y es como una permanente herida abierta en mi corazón. Cuando detengo a un camión que transporta ilegalmente búfalos al matadero y aparecen cincuenta criaturas tropezando entre ellas en un espacio para ocho, veo sus rostros húmedos con las lágrimas del terror y el dolor.
No sólo los bebés humanos lloran cuando sus madres no los alimentan, también las crías de mono llaman a gritos a sus madres cuando están hambrientas y cuando son destetadas tienden a gritar más y más. Al principio sus madres responden a las llamadas de desesperación, sin embargo, cada vez acuden menos y progresivamente las crías dejan de gritar y se arman de valor para encontrar su propio alimento. Al igual que los niños lloran cuando están asustados o heridos, lloran los chimpancés si algo terrible les está ocurriendo sin embargo, cuando se los abraza, dejan de llorar.
Puesto que todos los animales y aves comparten sentimientos de amor, cuidado, maternidad, dolor, posesión territorial e inteligencia, es natural que sientan emociones de depresión, pérdida, terror y todos los matices entre éstas.
Todos los animales pueden derramar lágrimas, importantes para la protección y lubricación del ojo, limpiándolo y manteniéndolo húmedo para agudizar la visión. Sin embargo, a los científicos les agrada presumir que sólo los humanos lloran lágrimas ‘emocionales’ mientras que las lágrimas del resto de animales son causadas por una irritación. Ello a pesar del hecho que
todos los experimentos hasta ahora han demostrado que la pérdida o muerte revelan el llanto en chimpancés, perros, elefantes y osos.
Varios estudios han revelado que los mamíferos jóvenes y las aves lloran con desesperación cuando se los separa de sus madres. Expertos en fauna salvaje y cazadores coinciden en que el grito de un cachorro de oso que ha sido separado de su madre emite un sonido muy parecido al llanto del bebé humano. El dugong, la vaca marina que vive en el Océano Índico y que actualmente está amenazada de extinción debido al drenaje del proyecto Sethusamudran, innecesario y totalmente corrupto, llora repetidamente cuando cree estar en peligro o siente dolor. Cuando una rata llora porque tiene frío o ha caído de su madriguera, a menudo su madre la lleva de nuevo con ella.
El libro “Cuando los elefantes lloran: Las vidas emocionales de los animales,” por Jeffrey Moussaieff Masson y Susan McCarthy, debería leerlo todo aquel que haya visto como un mahout golpea a un elefante en su cabeza (las noticias del canal Kairali la semana pasada emitieron una película encubierta sobre la matanza de elefantes en Kerala por parte de una banda liderada por un agente forestal y su hijo con el objetivo de obtener el dinero del seguro. Compran elefantes enfermos con el pretexto de regalarlos y los matan golpeándoles en la cabeza con palos, luego se llevan los colmillos y uñas obteniendo así el dinero del seguro). Cuando un elefante muere, todo el grupo lo rodea y llora su muerte y cuando una cría resulta herida, la madre no lo abandona aunque ello signifique sentarse en la vía de un tren. Las crías de elefante en particular producen un sonido muy triste e intenso.
Los perros pueden experimentar depresiones crónicas provocadas por sus sentimientos de indefensa si son lastimados repetidamente. Si entras en una fábrica de cría de cachorros o incluso en una clínica veterinaria o perrera, probablemente escuches al menos a un perro ‘llorando’, no con lágrimas, pero sí con un lastimoso lloriqueo muy parecido al llanto humano. Mi ciega y sorda Gran Dane, Gudiya, todo el rato quiere jugar con la gente. Si de repente la dejo, nos buscará durante un rato y luego emitirá el más terrible de los sollozos.
¿Lloran los animales? Por supuesto que sí. Simplemente tienes que mirar en sus ojos para saberlo. Marc Bekoff ha estudiado las emociones en los animales durante 30 años y al margen de los estudios neurobiológicos y conductuales, también señala que el sentido común apoya la evidente conclusión de que los mamíferos, aves y peces experimentan vidas ricas y de profunda emoción, sienten pasiones que van desde el puro y contagioso disfrute durante el juego hasta la más profunda aflicción.
“Una investigación científica ha descubierto que las células fusiformes que durante tiempo se creyeron exclusivas en cerebros humanos y otros grandes simios están también presentes en la misma zona del cerebro en ballenas jorobadas, rorcuales, orcas y cachalotes. Esta región cerebral está relacionada con la organización social, empatía e intuición sobre los sentimientos de los demás. Las células fusiformes son importantes para procesar las emociones y es probable que de buscarlas en otros animales también las encontremos."
La investigación neurocientífica también ha demostrado que los elefantes tienen un enorme hipocampo, una estructura cerebral en el sistema límbico e importante para procesar las emociones. Todos los mamíferos, incluyendo los humanos, compartimos estructuras neuroanatómicas, por ejemplo, la amígdala y el hipocampo, y rutas neuroquímicas en el sistema límbico relacionadas con los sentimientos.
¿Puedes ignorar el dolor de un animal que llora como tú? ¿Puedes abrir en canal a un ratón, a un perro o a un chimpancé que llora en un laboratorio y justificarlo en nombre de esa misma investigación que sabes que es absurda? ¿Puedes golpear, devorar y maltratar a un aterrado ser indefenso que es como tú? Lo que a ti te lastima, lastima a todos los animales por igual. Si entiendes esto, activarás esa parte de tu cerebro que proporciona la compasión y la misma que proporciona la inteligencia. Existen sobradas evidencias que demuestran, en base a esos científicos que rechazan creer que los animales lloran como nosotros, cuan equivocamente hemos malinterpretado todo en este planeta.