Probablemente has pensado en votar en blanco, votar nulo o, directamente, no moverte de la butaca de tu casa el 22 de mayo.
Explicamos sucintamente lo fundamental de las tres opciones:
Según el Gobierno, de cara a la Unión Europea, fuimos el primer país en aprobar la Constitución Europea por mayoría en referéndum. El caso es que sí, el 76% de los votos fue para el sí. Eso sí, solo fue a votar el 42% del censo. Casi el 60% de los españoles se quedó en casa. Fue la participación más baja de toda la historia de la democracia. ¿Sirvió para demostrar algo? No. La Constitución se aprobó pese a ello.
Por lo tanto, en España, la abstención no significa que estés en contra del sistema. En España tu no-voto se va a tomar como un voto a la mayoría.
El voto nulo: no suma votos en el cómputo global de votos emitidos y, para los efectos, es lo mismo. Se registra como nulo para que la contabilización al final de la jornada, entre válidos, nulos y abstenciones, sume el 100% y nadie diga que ha habido tongo.
El hecho de que el voto nulo no sea computable lo hace una muy mala elección si quieres cambiar las cosas. A todos los efectos, en España funciona igual que una abstención.
El voto en blanco:es válido porque sí cuenta para el cómputo final de votos. Pero si has oído que son votos que se dan al partido más votado, o que se distribuyen entre los más votados, no es cierto. Aunque sí perjudica a los partidos menos votados.
En España no se utiliza un sistema proporcional normal y lógico, en el que cada partido se lleva el tanto por ciento de escaños que ha conseguido en las urnas. En España utilizamos una complicada fórmula matemática, la ley d’Hont, con una regla de salida básica: si no llegas al 3% de los votos, no entras en el juego. Los votos en blanco, aunque no se le reparten a nadie, sí que hacen el saco de votos más grande, con lo que los porcentajes, se hacen más pequeños. Como consecuencia los partidos con menos votos salen perdiendo.
En España no se utiliza un sistema proporcional normal y lógico, en el que cada partido se lleva el tanto por ciento de escaños que ha conseguido en las urnas. En España utilizamos una complicada fórmula matemática, la ley d’Hont, con una regla de salida básica: si no llegas al 3% de los votos, no entras en el juego. Los votos en blanco, aunque no se le reparten a nadie, sí que hacen el saco de votos más grande, con lo que los porcentajes, se hacen más pequeños. Como consecuencia los partidos con menos votos salen perdiendo.
En resumen:
“Si no quiero el sistema actual, no quiero votar PP, no quiero votar PSOE, pero no quiero tampoco que salgan elegidos por mi inacción, porque me tienen hartito, voto a los demás, pero no voto en blanco, nulo o me abstengo”
1 comentario:
Lo acabo de difundir por mail... Tb lo haré en mi blog pq ayer discutíamos sobre el tema y no puedo estar más de acuerdo contigo...
ADEMÁS ES NECESARIO DIFUNDIR.
Bss,
Male.
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