NI UN TORERO VIVO

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jueves, 25 de abril de 2013

Cánula ruminal. El horror.


A muchos animales les implantan lo que se llama una cánula ruminal.

Es un método que aplican los veterinarios a algunos animales, que consiste en abrir un agujero en un costado para poder acceder de forma permanente a su estómago.

(aclaremos algo: las vacas tienen un solo estómago dividido en cuatro partes).

Una vez instalada la fístula basta introducir la mano en el estómago del animal para sacar una muestra del alimento que se desee analizar.

Para evitar que se salgan los jugos gástricos, la fístula está provista de un tapón de plástico que permite al sujeto del estudio hacer vida “normal”.

La finalidad de este método es investigar el proceso digestivo de cada pienso que se le suministra a la vaca, oveja, llama, cabra o animal que sirva de alimento, siempre con el propósito de obtener la mayor productividad en leche y carne, ahorrando claro está, todo lo posible en costes.

Este es uno de los muchos experimentos inverosímiles y espantosos que se realizan diariamente, en una sociedad que valora a los animales no humanos únicamente como objetos de uso y consumo, es decir, los que te comes cada día.

¿Es justo que tratemos así a nuestros compañeros de planeta?

¿Es realmente necesario hacer esto?

¿Estamos todos de acuerdo en apoyar estos métodos?

Porque no olvidemos que cuando compramos una “estupenda carne” que está de oferta en el supermercado, estamos potenciando sin paliativos estas prácticas.

lunes, 4 de febrero de 2013

Era sólo una perra

Patente de corso


Era sólo una perra

XLSemanal - 04/2/2013



Era sólo una perra. Una galga flaca y asustada, como las que ahorcan algunos cazadores cuando ya son viejas e inútiles, con tal de ahorrarse un cartucho. Cuatro días estuvo correteando por los túneles del Metro de Madrid sin encontrar la salida. La vieron conductores, vigilantes y viajeros. Fue grabada en video corriendo despavorida por las vías, de túnel en túnel, huyendo de los trenes que pasaban a toda velocidad. Cuatro días de oscuridad, aturdimiento, soledad y angustia. De miedo atroz. Anoche vi uno de esos videos en Internet y me levanté de la silla con una desolación y una mala leche insoportables. Por esto tecleo estas líneas, ahora. Para desahogar mi tristeza y mi frustración. Mi rabia. Para ciscarme por escrito en los responsables del Metro de Madrid y en la puta que los parió.


La galga abandonada fue vista un jueves vagando por los túneles. Corría aterrada por el estruendo de los trenes, esquivándolos en la oscuridad. Al comprobar que el personal del Metro no hacía nada para rescatarla, algunos viajeros avisaron a asociaciones de protección animal, que pidieron permiso para actuar. Ya ocurrió algo semejante en Barcelona, cuando para salvar a un perro perdido en el Metro se detuvo el servicio tres horas, en un rescate en el que participaron bomberos, guardias urbanos y empleados de la perrera municipal. En Madrid, sin embargo, los responsables del transporte subterráneo se negaron a intervenir. Sólo dieron largas: se ocupaban de ello, la galga se había llevado a una protectora de animales, ya no estaba en las vías, etcétera. Enrocada en su estúpida indiferencia, la empresa municipal rechazó todas las propuestas: jaulas trampa puestas en los huecos de los túneles o los andenes, unos minutos de parada de trenes para actuar con una escopeta de dardos narcóticos. Nada de nada. Nosotros nos ocupamos, repetían. Y punto.


Pero mentían. Nadie se ocupaba de nada. La perra entró en los túneles un miércoles. Dos días después, al ser vista entre las estaciones de Sainz de Baranda e Ibiza -corría asustada bajo el andén, huyendo del tren que venía detrás-, seis asociaciones de defensa animal pidieron al Metro permiso para bajar a las vías y rescatarla. La empresa negó el permiso. El sábado a las 7 de la tarde, en la estación de Sainz de Baranda, un conductor dijo que había visto al animal tirado junto a la vía, en el túnel, a ciento cincuenta metros del andén. Rogaron los activistas que alguien bajara a la vía para ver si la perra seguía con vida, pero se les negó. Pidieron que se detuvieran los trenes durante unos minutos para proceder ellos mismos al rescate, y también se les negó. Mientras tanto, el andén se llenó de vigilantes encargados de controlar a los miembros de las asociaciones protectoras. «Vaya follón -oí decir a uno en el video de Internet- va a montar el puto perro».


Hartas de aquello, dos mujeres, Irene Mollá, de la asociación Más Vida, y Matilde Cubillo, de Justicia Animal, decidieron echarle ovarios. Mediaban 18 minutos entre el paso de cada tren, así que saltaron a las vías desoyendo las órdenes del jefe de Seguridad del Metro, para internarse en el túnel con las pantallas de sus teléfonos móviles como linternas. Al poco regresaron trayendo a la galga en brazos, tapada con una chaqueta, todavía sangrando con una pata amputada. Atropellada. Muerta. En los cuatro días transcurridos, cuando aún estaba viva y sana, ningún vigilante había acudido a rescatarla, ningún empleado se arriesgó a una sanción por parar el tren. Los convoyes, que se inmovilizan cuando caen a las vías unas llaves o un teléfono para que el personal baje a buscarlos, los conductores que si hay huelga ignoran los servicios mínimos cuando conviene al sindicato correspondiente, no pudieron detenerse unos minutos para rescatar a la galga extraviada. Habrían sido sancionados, claro. Paralizar el tráfico suburbano por una perra, nada menos. Y eso, en un Madrid donde no falta día sin que una concentración ciclista, cabalgata, procesión, verbena, manifestación autorizada o ilegal, paralice impunemente la ciudad, corte el tráfico, bloquee autobuses o taxis y causa atascos monstruosos mientras la autoridad competente, vía sufridos policías municipales, se limita a encogerse de hombros cuando le preguntas cómo carajo llegar al trabajo o a tu casa.Y, bueno.


Me cuentan que las asociaciones de defensa animal se han querellado contra los responsables del Metro de Madrid por omisión de socorro, maltrato animal o como se califique este puerco asunto. Así que desde aquí ofrezco mi firma. Espero que retuerzan el pescuezo a esos tipos. Y tipas. Ojalá, en memoria de aquella pobre perra asustada, les saquen a todos las entrañas.


lunes, 24 de diciembre de 2012

No compres ese perro

Artículo de ayer en XL Semanal: No compres ese perro


 No seas imbécil. Ni desaprensivo. No hagas posible que dentro de unos meses algunos te mentemos a la madre al cruzarnos con el resultado de tu indiferencia y tu estupidez. Piénsalo mucho antes de dar el paso irreversible; de complicarte una vida que luego pretenderás solucionar por el camino más fácil. Aún puedes evitarlo. Impedir que te despreciemos, e incluso despreciarte a ti mismo cuando te mires en el espejo. Ya sé, de todas formas, que el autodesprecio es relativo. Tarde o temprano, hasta con las mayores atrocidades en la mochila, siempre nos las apañamos para ingeniar coartadas, justificaciones. Conozco a pocos que, hagan lo que hagan -desde faenas elementales hasta cargarse al prójimo-, no acaben durmiendo a pierna suelta tras unos pocos ejercicios de terapia personal. Aun así, permite que te lo explique antes de que ocurra, primero, y después se te olvide. Resumiendo: intenta no convertirte, innecesariamente, en un hijo de la gran puta.

Sé que tus niños quieren un perro. Que les hace una ilusión enorme y te dan la matraca desde hace mucho. Que tu hija, por ejemplo, te hace babear cuando te abraza y pide una mascota. O que te acabas de separar de tu legítima, y crees que regalándole al crío un animal, y paseando con él los fines de semana, podrás recuperar el terreno perdido, o no perderlo en el futuro. Hay mil razones, supongo. Un montón de circunstancias por las que has pensado comprar un perro estos días, para tus hijos. O para tu mujer. Tal vez para ti mismo. Un perro en casa, por Navidad.

Déjame contarte, porque de eso sé algo. He tenido cinco perros, así que calcula. Y no hay nada en el mundo como ellos. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra. He dicho muchas veces que ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando uno de nosotros muere, no se pierde gran cosa. La vida me dio esa certeza. Pero cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.

Es muy posible, naturalmente, que aciertes. Que, tras pensarlo bien, tomes la decisión y asumas las consecuencias con feliz resultado. Que comprar un perro para tus hijos, para tu mujer o para ti sea un acierto. Que su compañía cambie vuestra vida para bien. Que os haga más conscientes de ciertas cosas. A menudo, un perro acaba haciéndote mejor persona. Te hace sentir cosas que antes no sentías. Sin embargo, no siempre es así. Un perro en el lugar inadecuado puede volverse un drama. Una incomodidad para ti y los tuyos. Y una tragedia para él.

Permíteme imaginar lo que podría ocurrir. Que vayas a la tienda, elijas a un perrito delicioso, y eso te valga gritos de alegría y besos familiares. No hay nada tan simpático como un cachorrillo. Al principio todo serán incidentes graciosos y situaciones tiernas. Luego, si vives en piso pequeño o lugar inadecuado, las cosas pueden ser diferentes. Un perro exige cuidados, gastos, paseos, limpieza, comida. No aparece y desaparece cuando conviene. Es un miembro de la familia con derechos y necesidades, que exige pensar en él cuando se planean vacaciones, e incluso una simple salida al cine o a un restaurante. A eso añádele la educación. Un perro mal educado puede convertirse en una pesadilla familiar y social. Además, cada uno, como las personas, tiene su carácter. Punto de vista y maneras. Eso exige un respeto que no todos los humanos somos capaces de comprender.

A estas alturas, sabes dónde voy a parar. Si eres de esa materia miserable de la que estamos hechos buena parte de los seres humanos, acabarás abandonándolo. Un viaje en coche a un campo lejano, una gasolinera, una cuneta. Abrir la puerta para que baje y seguir tu camino, acelerando sin atender los ladridos del chucho que correrá tras el automóvil hasta quedar exhausto, desorientado, incapaz de comprender que su mundo acaba de romperse para siempre. El resto no hace falta que lo detalle, pues lo sabes de sobra: él nunca lo haría, y todo eso. Los niños preguntando dónde está el perrito, papi, y tú oyendo aún esos ladridos que dejabas atrás. Avergonzado de ti mismo, o tal vez no. Ya dije antes que un rasgo del perfecto hijo de puta es arreglárselas para que sus actos acaben por no avergonzarlo en absoluto. Así que voy a pedirte un favor. Por ti, por mí, por tus hijos. Antes de ir a la tienda de mascotas esta Navidad, mírate al espejo. Y si no te convence lo que ves, mejor les compras un peluche.

martes, 20 de noviembre de 2012

Ocho mentiras de los cazadores

Argumentos para la abolición de la caza

MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 1:
“Los cazadores protegen el bosque y el campo de los destrozos de los animales de caza”.
La caza provoca muy al contrario los múltiples destrozos de los animales. A causa de la caza, los animales son espantados innecesariamente, lo que a menudo aumenta más su necesidad de alimentarse y con ello los daños a causa de ello. El extendido argumento de que los animales cinegéticos provocan destrozos considerables, sirve tan sólo como pretexto de los cazadores para introducir temporadas de caza más largas o mayores cuotas de disparos. Con frecuencia los perjuicios a personas o cosas provocados por los cazadores son más grandes que los destrozos a la agricultura causados por los animales (Mathieu Roger, 1987). El biólogo de animales de caza Dr. Harald Kilias, de Bayreuth -él mismo cazador- dijo en una grabación de Radio Baviera: «el bosque es también bosque si crecen en él árboles pequeños de poco beneficio lucrativo». Por lo demás, la industria de la madera no lo es todo.

Los «destrozos por forrajeo» en el bosque y en el campo tienen lugar porque a los animales no se les deja ningún alimento más:
Antes, durante la cosecha, se quedaban en el suelo de los campos muchos granos o también patatas. Con ello permanecía siempre algo para los animales.
Hoy no queda nada de sobra a causa de las máquinas modernas; a los animales se les quita cada grano.
Antes los animales de caza podían pastar en las superficies de los prados.
Hoy también los prados son cosechados en su mayor parte o segados. Para los pájaros mismos apenas queda nada de sobra.
Antes los campos y prados eran cultivados de modo natural.
Hoy los campos y prados son envenenados mediante herbicidas y abonos químicos, así como con estiercol y excrementos líquidos.
La agricultura moderna ha quitado a los animales de caza las fuentes de alimentos. El cazador «regula» el desequilibrio: si los animales entran en los campos para buscar el alimento, son matados a tiros. El espacio vital de los animales se ha reducido aún más en los últimos decenios. El hombre es el causante. ¡La apropiación de espacio vital es robo! ¿Deben ser regulados los animales a los que se les ha arrebatado el espacio vital, o debe ser regulado el culpable, el hombre? 
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 2:
“Los cazadores sustituyen a los extinguidos animales predadores”.
Nuevas investigaciones demuestran que los denominados animales predadores no son los responsables de la regulación, es decir del control numérico, de sus presas. Los animales rapaces apresan preferentemente sobre todo animales viejos, enfermos y débiles, devoran carroña y contribuyen así a un sana existencia de los animales silvestres. Un cazador que dispara a gran distancia sólo puede juzgar en el mínimo de los casos si un animal está enfermo o es viejo. Puesto que los cazadores, no obstante, buscan los animales majestuosos, es decir, los grandes trofeos, la caza practicada por los hombres conduce por el contrario en toda regla a una selección errónea antinatural. Declaración de un cazador: «cacería significa también, no sólo abatir al animal débil y enfermo, sino animales “excedentes” completamente sanos (¿Quién quiere comer animales atrofiados o enfermos?)» (WILD UND HUND 13/2001).
Con la cacería anual en todo el estado alemán de aproximadamente 700.000 martas, zorros y comadrejas, los cazadores han diezmado los animales predadores que quedaban, con el esquizofrénico argumento: «los animales carnívoros quitan las presas a los cazadores». El lobo, el lince y el oso pardo están prácticamente extinguidos en Europa a causa de la caza, el águila está muy diezmada. Los animales especialmente criados para ello están desnaturalizados y son dados para su caza. En Francia p. ej. son importados cada año animales del extranjero y abatidos por los cazadores: 6.200.000 fasanes, 800.000 patos silvestres, 500.000 perdices y codornices y 200.000 liebres. ¿Y con qué motivo matan los cazadores en Alemania cada año cerca de 300.000-400.000 gatos domésticos y aprox. 40.000 perros? 
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 3:
“La caza es protección activa de la naturaleza”.
La caza significa una destrucción del equilibrio natural del ecosistema. Esta puede llevar a diezmar o exterminar especies de animales. Los cazadores son unos aprovechados de la naturaleza y no unos protectores de la misma. Ellos cuidan en todo caso de los animales que les interesan como botín. Por lo demás, los cazadores mismos contradicen hoy en día aquella afirmación: «la caza como protección activa de la naturaleza» o «los cazadores como verdaderos protectores de la naturaleza» etc., todo muy bien y bonito. Pero a pesar de todo ello no somos aceptados por los funcionarios de las asociaciones protectoras de la naturaleza. ¿Por qué no estamos al fin más por el sentido y finalidad de nuestra práctica de cazadores (…) La caza no es conservación en primera línea, sino en su sentido original hacer botín y queremos hacer botín. No es reprochable sentir alegría cuando conseguimos tirar una pieza. No, debe proporcionar por lo demás alegría si un venado muere sin sufrir a causa de un disparo límpio… » (WILD UND HUND 13/2001).
En el cantón suizo de Genf la población decidió en 1975 por referéndum la prohibición general de la caza de mamíferos y aves. En los años siguientes aumentó de manera espectacular el número de aves acuáticas que invernaban a orillas del lago de Genf y del Rín, sin duda una consecuencia de las perturbaciones restantes causadas por la caza. Antes del referéndun los representantes de los cazadores habían afirmado que sin la caza la liebre en el cantón de Genf estaría amenazada de extinción a causa de los animales depredadores. El caso fue lo contrario. Entre tanto el cantón de Genf se alegra de una sana capacidad de crecimiento de la población de liebres, la mayor densidad de población de liebres en Suiza. El temor de los agricultures de que la prohibición de la caza causaría más destrozos en los cultivos, no ha sido confirmado: el número de destrozos en el cantón de Genf son comparables con los de Schaffhausen, a pesar de que en Schaffhausen está permitida la caza.
Un gran número de especies que aún se cazan en Alemania (liebres, martas arbolares, codornices, perdices) están en la lista roja de las especies amenazadas a nivel estatal. La caza no es siempre el único factor de peligro, aunque la cacería de especies amenazadas no contribuye especialmetne a su conservación.
Los perjuicios a causa de la caza son enormes con motivo del desarrollo de la tecnología de armas: desde el siglo XVII son la caza y la destrucción de los espacios vitales naturales a causa del hombre los responsables del 57% de las aves extinguidas y del 62% de las especies de maníferos extinguidos sin la caza. 
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 4:
“Sin cacería los animales de caza aumentan desproporcionalmente”.
Estudios de campo de ecólogos han dado por resultado que los animales disponen de un mecanismo interno de regulación de la población: la regulación de las existencias de animales de caza no tiene lugar a causa de la caza. Si hay amenaza de superpoblación, disminuye la cuota de nacimientos. También allí donde fue prohibida la caza en Europa, como p. ej. en los extensos parques nacionales italianos o en el cantón suizo de Genf, no ha podido ser constatada hasta ahora ninguna existencia desproporcionada de animales cinegéticos. En casi todos los otros países del mundo está prohibida la caza en las zonas de protección natural, sin que se haya desajustado hasta el presente en ellas el equilibrio natural.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 5:
“Los cazadores matan sin causar dolor”.
A menudo los animales son tan sólo tocados por los disparos. La búsqueda posterior, si es que ésta tiene lugar, dura horas o días. Hasta el disparo mortal los animales se arrastran horas o días enteros con el cuerpo destrozado, las vísceras colgando o los huesos rotos a través del bosque huyendo de los cazadores. También muchos animales, en especial aves silvestres, son alcanzados por el plomo de los cazadores, pero no mueren al momento, porque no han sido dañados los órganos vitales. Con frecuencia terminan muriendo horas o días más tarde a consecuencia de las heridas. Uno de cada cuatro patos vive con heridas de disparos.
En la supuestas trampas de «atrape sin heridas» los animales capturados entran en pánico en el instante en que se cierra la caja con un fuerte ruido, entonces se mueven violentamente y se hieren a menudo de gravedad a causa de ello. La «pieza» (lenguaje de cazadores), ensangrentada, torturada por terribles dolores, no pocas veces hambrienta o sedienta permanence horas, a menudo días, en una caja estrecha y en espera de una muerte cruel.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 6:
“Los cazadores protegen a la población de la rabia canina”.
En Europa se lleva a cabo una campaña metódica de exterminio contra el zorro: con plomo, cepos metálicos, trampas, gasificación de madrigueras y cebos envenenados, y esto todo el año. Sin embargo, la expansión de la rabia canina no ha sido detenida con ninguna de estas mendidas. La caza de zorros contribuye incluso a la expansión de la enfermedad a causa del rápido cambio de lugar de los animales supervivientes. El cantón suizo Wallis está libre de la rabia desde 1981 por las acciones de vacunación practicadas. Esta acción costó a Wallis 106.800 francos al año, mientras que el cantón colindante de Berna –sólo un poco más grande en superficie- destinó 818.148 francos para la matanza de un gran número de zorros y la vacunación de venados, sin mitigar con ello la rabia canina.
Por lo demás, la probabilidad para las personas de enfermar de rabia es, p. ej. en Alemania, de una por cada 171.875.000 (Horst Hagen, 1984).
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 7:
“La caza es un patrimonio cultural”.
Bajo cultura se entiende «el conjunto de las manifestaciones espirituales y artísticas… de un pueblo, así como «tipo refinado de vida, educación y formación» ( v. Duden, tomo 5, 1982). ¿Si matar animales pertenece a ello? ¡Seguro que no!
Que el hombre se arrogue el derecho de matar por diversión a seres vivos que sienten y que perciben el dolor igual que él, es algo absolutamente inaceptable desde el punto de vita moral.
MENTIRA DE LOS CAZADORES N° 8:
“El hombre ha cazado desde siempre”.
En los primeros tiempos el hombre fue recolector. Después se convirtió en cazador. El tipo de desgaste en la superficie de los dientes molares de muchos homínidos y hominoides muestra claramente que estos predecesores de los hombres eran comedores de plantas (fibras vegetales, frutos de cáscara, nueces, etc.). Los típicos animales predadores (p.ej. el lobo, el león) y omnívoros (p.ej. la musaraña, el erizo) tienen otra estructura dental en los dientes molares diferentes a la del hombre actual.
Entre los pueblos «desarrollados», la caza está en la tradición de los señores feudales. Sin empargo, el feudalismo está hoy en día completamente anticuado. En Europa el hombre no caza más para asegurarse su alimento. Se trata única y exclusivamente de una ocupación de tiempo libre, de una diversión, del placer por matar.
Los cazadores alemanes deberían pensar también en el pasado histórico de su país: desde torres de control fueron también disparados hombres, a saber, en los campos de concentración y en la frotera de la DDR. El cazador es en nuestro tiempo el único que puede disparar a metas vivas, desde las seguras casetas de tiro. A diferencia de los soldados, que en la mayoría de los casos tienen ante sí a un enemigo con iguales posibilidades, el cazador es especialmente cobarde: él dispara sólo cuando la víctima no se puede defender.
En la sangre de muchos hombres está el matar: cuantas menos guerras, ¿más caza? Guerra es fratricidio. La guerra contra los animales es el asesinato a nuestros hermanos los animales.
Teodoro Heuss, que como primer presidente de la República Federal Alemana debió participar a menudo, por motivos de representación, en cacerías con diplomáticos, lo formuló certeramente: «La caza es sólo una denominación cobarde para un asesinato especialmente cobarde de criaturas sin posibilidades. La caza es una forma secundaria de enfermedad mental humana».
Fuente: Noalacaza.Vida (universal.es)

jueves, 18 de octubre de 2012

Petición para que el programa "21 días..." deje en paz a los animales

De nuevo parece que todo vale en la batalla por las audiencias de televisión, como ejemplo el programa de Cuatro “21 días” en el que el próximo 18 de octubre podremos ver de la mano de Adela Úcar como es la vida de un torero estando durante unas 3 semanas acompañada por conocidos toreros como El Juli o Juan José Padilla en “21 días toreando“.

En el siguiente enlace se puede firmar la peticiónPrograma 21días de Cuatro: Dejad a los animales en paz” y enviarla

La noticia completa, aquí.
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