NI UN TORERO VIVO

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miércoles, 8 de junio de 2011

Conclusiones de Comer animales


“Los poderes fácticos de las granjas industriales saben que su modelo de negocio depende de que los consumidores no puedan ver (ni oír) lo que hacen”.
“Estas granjas industriales calculan hasta qué punto pueden acercar a los animales a la muerte sin matarlos. Ése es el modelo de negocio. Cómo criarlos más rápidamente, cómo alojarlos en el mínimo espacio; lo máximo y lo mínimo que pueden comer, lo enfermos que pueden estar sin llegar a morir.
Esto no va de experimentación con animales, donde uno puede imaginar que exista un resultado positivo después de tanto sufrimiento. Esto va de lo que nos apetece comer.”

“La sociedad no prohibió el trabajo infantil porque sea imposible imaginar a niños trabajando en unas condiciones decentes, sino porque cuando se concede tanto poder a las empresas sobre individuos que no tienen ninguno, el resultado es la corrupción. Cuando pensamos que tenemos más derecho a comernos un animal que el animal a vivir sin sufrir, estamos inmersos en esa misma corrupción.”

“Las antiguas generaciones estaban más familiarizadas que nosotros tanto con las personalidades de los animales de granja como con la violencia que se ejercía sobre ellos. Sabían que los cerdos son juguetones, listos y curiosos y que mantienen relaciones sociales complejas. Mantener escaso contacto con los animales hace mucho más fácil dejar a un lado las cuestiones de cómo nuestras acciones influyen en el trato que reciben”.

Nestle señala que en partes del mundo donde la leche no es una piedra angular de la dieta, sus habitantes presentan menos osteoporosis y menos fracturas de huesos que los norteamericanos. Las tasas más altas de osteoporosis se aprecian en naciones donde sus habitantes consumen gran cantidad de lácteos.
He hablado con varios de los más importantes nutricionistas norteamericanos sobre esto, poniendo tanto a adultos como niños como sujeto de mis preguntas, y he oído lo mismo una y otra vez: el vegetarianismo es al menos tan saludable como una dieta que incluya la carne.

Un cerdo es capaz de disfrutar del exterior durante todo el año si se le proporciona alojamiento y comida. La mayor parte de cosas que un cerdo disfruta haciendo le resultan más fáciles si puede acceder al exterior: correr, jugar, tomar el sol, pastar, revolcarse en el lodo y el agua para que los refresque la brisa. Las razas de cerdo que se crían en granjas industriales han sufrido tal alteración genética que a menudo deben ser criadas en edificios de temperatura controlada, alejados del sol y de las estaciones. Estamos criando animales incapaces de sobrevivir si no es en un entorno absolutamente artificial. Hemos puesto el increíble poder del conocimiento genético moderno al servicio de crear animales que sufren más.



Cada trozo de carne procede de un animal que, en el mejor de los casos (y son pocos los que pasan sólo por esto) fue quemado, mutilado y sacrificado en aras de UNOS POCOS MINUTOS DE PLACER HUMANO. ¿El placer justifica los medios?


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Comer animales


Autor: Jonathan Safran Foer
Fecha de publicación: 05/04/2011


Editorial: Seix Barral
432 páginas
ISBN: 978-84-322-0919-2
Código: 10002145
Formato: 13,3 x 23 cm.
Encuadernación: Rústica con solapas
Colección: Los tres mundos
Traductor: Toni Hill Gumbao

martes, 7 de junio de 2011

Testimonio de Frank Reese, granjero avícola no industrial (De Comer Animales)

“Después de sesenta años de estar rodeado de pavos, conozco su vocabulario. Reconozco el sonido que hacen cuando dos se pelean o cuando hay una comadreja en el corral. Distingo el ruido que emiten cuando están aterrados del que indica que están excitados ante algo nuevo. Es increíble escuchar a las madres: poseen una tremenda variedad vocal para dirigirse a sus crías. Y éstas las entienden. Puede decirles “corre y escóndete detrás de mí” o “muévete de aquí allí”. Los pavos saben lo que pasa y pueden comunicarlo: en su ámbito, en su lenguaje. No pretendo otorgarles características humanas porque no son seres humanos, sino pavos. Sólo te digo cómo son.


Ni uno solo de los pavos que se compran en el supermercado pueden andar normalmente, mucho menos saltar o volar. Ni siquiera pueden tener relaciones sexuales. Ni los que se venden como orgánicos, libres de antibióticos o de granja. Todos los pavos que se venden o sirven en restaurantes han sido el resultado de la inseminación artificial. Si fuera sólo por cuestiones de eficacia sería una cosa, pero esos animales no pueden reproducirse realmente. ¿Alguien sabe decirme qué tiene eso de sostenible?


Mis chicos aguantan el frío, la nieve, el hielo… pueden con todo. Con los de la industria moderna sería un desastre. No podrían sobrevivir. Mis chicos avanzan sobre treinta centímetros de nieve sin problemas. Y todos tienen sus patas; sus alas y su picos, no se les ha amputado nada, no se les ha destruido nada. No los vacunamos, no les damos antibióticos. No nos hace falta. Nuestras aves hacen ejercicio todo el día. Y dado que sus genes no se han manipulado, tienen un sistema inmunitario fuerte por naturaleza.


Justo el otro día uno de los pediatras del pueblo me decía que está viendo toda clase de enfermedades que no había visto nunca. No sólo diabetes juvenil, sino enfermedades inflamatorias y autoinmunes a las que muchos médicos no saben ni darles nombre. Los críos son alérgicos a casi todo; el asma está fuera de control. Todos sabemos que es la comida. Estamos manipulando los genes de esos animales, atiborrándolos de hormonas y toda clases de fármacos, y luego nos los comemos.”


Frank Reese, granjero avícola.

domingo, 5 de junio de 2011

Vida de la vaca (De Comer Animales)


Prácticamente todas las reses tienen el mismo final: el viaje al matadero.


La ternera aún está en la adolescencia cuando llega a su destino. Los primeros rancheros mantenían las reses durante cuatro o cinco años. Hoy se les sacrifica entre los doce y catorce meses de vida.


Los animales son desangrados, despellejados y descuartizados estando conscientes. Sucede constantemente y tanto la industria como el gobierno lo saben.


La efectividad del arma de aturdimiento depende de su manufactura y mantenimiento y de la habilidad de quien la sostiene. Un defecto en la pistola o disparar antes de ejercer suficiente presión puede dejar a los animales grotescamente señalados pero dolorosamente vivos.
Cuando se halla al final de la fila que conduce a la nave de matanza, el ganado no intuye lo que se le viene encima, pero si sobreviven a una primera descarga, está claro que parecen saber que están luchando por su vida. Un trabajador comenta: “Levantan la cabeza; miran a su alrededor intentando esconderse. Ya les han dado una vez con eso y no van a dejarse administrar una segunda dosis”

“Nunca he visto a un veterinario (del USDA) cerca del lugar de noqueo. Mira, soy un ex marine. La sangre y las tripas no me molestan. Es lo inhumano del tratamiento. Es excesivo”.

Cuando Temple Gradin (responsable del diseño de la mitad de los mataderos de la nación)empezó a cuantificar la escala de los malos tratos que se daban en los mataderos, informó de que había presenciado “actos deliberados de crueldad que sucedían de manera regular” en un 32% de las plantas que revisaba en sus visitas anunciadas a lo largo y ancho de Estados Unidos. ACTOS DELIBERADOS, que sucedían de MANERA REGULAR, presenciados por un SUPERVISOR: en visitas ANUNCIADAS que daban al matadero la oportunidad de ocultar los peores problemas. ¿Qué hay de las crueldades que nadie ve? ¿O de los accidentes, que deben de ser aún más habituales?

jueves, 2 de junio de 2011

Sadismo submarino (De Comer Animales)


Una operación con red de arrastre suele acabar lanzando por la borda entre un 80 y un 90 por ciento de los animales que captura. Las operaciones menos eficaces llegan a deshacerse de un 98% de esos animales, que vuelven muertos al océano.

La red de arrastre y el palangre no son sólo preocupantes desde un punto de vista ecológico: son una muestra de crueldad. En las redes, cientos de especies distintas quedan aplastadas, cortadas por los corales, golpeadas contra las rocas durante horas y luego sacadas del agua provocando una DOLOROSA DESCOMPRESIÓN que a veces causa que se les salten los ojos o se les salgan los órganos internos por la boca).

¿Importa esto hasta el punto de hacernos cambiar lo que comemos? ¿Quizá sólo necesitaríamos mejores etiquetas para así poder tomar una decisión con más conocimiento sobre el pescado y los productos derivados que compramos?¿A qué conclusión llegaría la mayoría de los omnívoros selectivos si junto a cada uno de los salmones que comieran hubiera una etiqueta señalando qué salmones de sesenta centímetros de largo han pasado su vida en el equivalente de una bañera donde los ojos les sangraban por la intensidad de la contaminación del agua?¿Y si la etiqueta mencionara también las explosiones de poblaciones de parásito, los aumentos de enfermedades, las degradaciones genéticas y las nuevas enfermedades más resistentes a los antibióticos que son el resultado de las piscifactorías?

miércoles, 1 de junio de 2011

Vida de una cerda preñada (del libro Comer Animales)

Su increíble fertilidad es el origen del infierno particular que le espera.

Mientras una vaca da a luz un solo ternero por parto, la cerda criada en una moderna granja industrial parirá, alimentará y criará a una media de nueve lechones: un número que los criadores han hecho crecer año tras año. Se la tiene preñada tantas veces como sea posible, es decir, la mayor parte de su vida.


Después del destete de los lechones, una inyección de hormonas provoca que la cerda entre rápidamente de nuevo en el ciclo, para que pueda inseminársela de nuevo al cabo de sólo tres semanas.


Cuatro de cada cinco veces, la cerda pasará las dieciséis semanas de embarazo confinada en un cajón de gestación tan pequeño que no puede ni darse la vuelta. La densidad de sus huesos se reducirá debido a la falta de movimiento. No se le ofrece lecho alguno y a menudo terminará con llagas de buen tamaño, ennegrecidas y llenas de pus, del roce contra las paredes del cajón. (En una investigación encubierta en Nebraska, se grabaron imágenes de cerdos con llagas abiertas, algunas grandes como puños, en caras, cabezas, lomos y patas).
Más serio y preocupante es el sufrimiento que causa el aburrimiento, la soledad y la frustración que causa el instinto que tienen las cerdas de preparar la llegada de sus lechones. En un ámbito natural, dedicaría la mayor parte del tiempo anterior al parto a aprovisionarse de alimento y en los últimos momentos a construir una cama hecha de hierbas, hojas o paja.
Los cerdos tienen tendencia natural a usar áreas separadas para dormir y defecar, algo que resulta imposible si están confinados. Las cerdas preñadas, deben dormir o pisotear sus excrementos para hacer que estos se cuelen entre los tablones del suelo.

Y luego están los bebés: la justificación para el sufrimiento de las madres.


Muchos lechones nacen con deformidades. En sus primeras semanas de vida, incluso los lechones sin defectos soportan un aluvión de agresiones. En las primeras cuarenta y ocho horas se les amputan el rabo y los dientecillos sin el menor analgésico.
A los diez días pueden sufrir la amputación de testículos, de nuevo sin analgésico alguno, para alterar el sabor de la carne.
Si se les deja a su aire, los lechones se destetan a las quince semanas, pero en las granjas industriales el destete se produce a los QUINCE DÍAS, y cada vez más a los doce. A esa edad son incapaces de digerir comida sólida, por lo que se les suministran medicinas adicionales para prevenir diarreas. Los cerdos destetados pasan entonces a vivir en jaulas de gruesos barrotes, amontonadas una encima de otra, de manera que las heces y la orina caen desde las jaulas más altas sobre los animales de debajo. Los criadores mantienen a los lechones en esta jaula tanto tiempo como sea posibe antes de su destino final: los corrales abarrotados. Estos superpoblados deliberadamente porque hacinarlos sale a cuenta. Sin demasiado espacio para moverse, los animales consumen menos calorías y engordan más con menos comida.


Los lechones que no crecen con suficiente rapidez suponen un malbaratamiento de recursos y no tienen lugar en la granja. SE LES AGARRA POR LAS PATAS POSTERIORES Y SE LES ESTAMPA DE CABEZA CONTRA EL SUELO DE HORMIGÓN. ESTA PRÁCTICA COMÚN RECIBE EL NOMBRE DE “ESTRELLADO”. “HEMOS LLEGADO A ESTRELLAR 120 EN UN DÍA” comenta un trabajador de una granja de Missouri.
“CUANDO HAS ESTRELLADO A DIEZ O DOCE LOS LLEVAS A LA RAMPA Y LOS AMONTONAS PARA QUE LOS RECOJA EL CAMIÓN. SI CUANDO ENTRAS QUEDA ALGUNO VIVO TIENES QUE VOLVER A ESTRELLARLO. HA AHABIDO VECDES EN QUE HE ENTRADO EN ESA SALA Y ME HE ENCONTRADO A ALGUNOS CORRIENDO, CON UN OJO COLGÁNDOLES DE LA CARA, SANGRANDO COMO POSESOS O CON LAS MANDÍBULAS ROTAS”.

martes, 31 de mayo de 2011

Vida y muerte de una ave (de Comer animales)

“Una jaula típica para gallinas ponedoras tiene unos 435 cm. cuadrados de suelo: una distancia que está entre el tamaño de un folio y una página impresa. Esas jaulas se apilan en columnas de entre tres y nueve unidades (en Japón, hasta los dieciocho), en cobertizos sin luz. El suelo de rejilla está hecho de alambre que provoca cortes en las patas. No pueden moverse. Algunas se volverán violentas, otras enloquecen. Otras, privadas de comida y esperanza, optarán por el canibalismo. Las puertas se abrirán una sola vez al final de su vida.”

Se trata de buscar un pollo que engorde rápidamente con la menor cantidad de comida posible. Los tejidos musculares y grasos de los pollos manipulados genéticamente crecen mucho más deprisa que sus huesos, lo que conlleva deformidades y enfermedades. Las granjas industriales provocan ascitis, que es un exceso de fluidos que llena la cavidad corporal y mata al 5% de las aves. Tres de cada cuatro presentarán algún tipo de problema de movilidad, y el más puro sentido común nos indica que sufren un dolor crónico.


Luego dejaremos las luces encendidas 24 horas al día durante la primera semana de vida de las crías. Esto las anima a comer más. Luego apagaremos las luces, dándoles una media de cuatro horas de oscuridad al día: lo que les permite dormir lo mínimo par su supervivencia. Si tuvieran que vivir en esas condiciones antinaturales durante mucho tiempo, enloquecerían.


No hace falta decir que hacinar aves deformes, drogadas y sometidas a un alto nivel de estrés en una sala asquerosa y llena de heces no resulta muy saludable. Aparte de las deformidades, los pollos de las granjas industriales sufren problemas de visión, infecciones bacterianas en los huesos, vértebras rotas, parálisis, hemorragias internas, anemia, tendones rotos, las patas y cuellos torcidos, enfermedades respiratorias y sistemas inmunitarios debilitados. Los estudios científicos indican que prácticamente todos los pollos (95%) presentan una infección de E. coli (un indicador de contaminación fecal), y que entre el 39 y el 75% de los que llegan a las tiendas siguen infectados. Alrededor de un 8% presentan salmonelosis. De un 70 a un 90% presentan infecciones de otro patógeno potencialmente letal: la campylobacteria.
Está claro que los consumidores pueden notar que los pollos no saben del todo bien- ¿cómo va a saber bien un animal atiborrado de drogas, plagado de enfermedades y sucio de mierda?-,pero a los pollos se les inyecta con caldos y soluciones salinas para darles lo que se ha dado en denominar el olor, aspecto y sabor del pollo.
Realizada la crianza, llega el momento del procesamiento.
Los pollos son trasladados con rudeza y los trabajadores notan que los huesos de las aves se les parten en las manos.


Luego hay que cargar las cajas en camiones. Hacer caso omiso de las condiciones de temperatura y no dar de comer ni de beber a las aves, ni siquiera si la planta se halla a cientos de kilómetros de distancia. A la llegada, otros obreros colgarán a los pollos boca abajo, sujetos por las patas con argollas metálicas sobre una cinta transportadora. Más huesos rotos.


La cinta arrastra a las aves a través de un baño de agua electrificada que suele paralizarlas pero no las insensibiliza. En otros países, incluidos muchos europeos, se requiere que los pollos lleguen inconscientes o muertos al desangrado y escaldado. En EEUU la interpretación de la ley deja fuera de ésta la matanza de pollos, el voltaje se mantiene bajo: una décima parte del nivel necesario para dejar a las aves inconscientes. Tras pasar por el baño, los ojos de un ave paralizada aún podrían moverse. A veces las aves conservan suficiente control sobre su cuerpo como para abrir el pico, como si intentaran gritar.


El siguiente paso para esa ave INMÓVIL PERO CONSCIENTE será un degollador automático. El ave se desangra lentamente, a menos que se seccionen las arterias importantes, algo que sucede constantemente, según los trabajadores con los que hablé. De manera que necesitaréis unos trabajadores más de refuerzo para que degüellen a las aves que la máquina ha dejado con vida. A menos que ellos tampoco cumplan con su cometido, algo que, según me dijeron, también pasa constantemente.


He hablado con muchos trabajadores de las diversas secciones de la cadena y todos coinciden en que hay aves que llegan vivas y conscientes al tanque de escaldado.
Dado que las heces de la piel y plumas terminan en el tanque, las aves salen llenas de patógenos que han inhalado o absorbido a través de la piel (el agua caliente de los tanques ayuda a que se le abran los poros).
Después de que se les arranque la cabeza y las extremidades, las máquinas las abren con una incisión vertical para extraerles las tripas. En este punto se produce también contaminación, ya que esa maquinaria de alta velocidad a menudo desgarra los intestinos, derramando las heces en las cavidades del ave.
Todas las semanas millones de pollos rezumando pus amarillo, manchados por heces verdes, contaminados por bacterias dañinas o afectados or infecciones pulmonares o cardiacas, tumores cancerígenos o problemas de la piel, pasan el control para ser vendidos a los consumidores.


Los pollos van a parar luego a un enorme tanque de agua refrigerado, donde se enfría a miles de aves. El agua de esos tanques recibe el nombre de “sopa fecal” por toda la suciedad y bacterias que flotan en ella. Si se sumerge a aves limpias y sanas en esa misma agua, junto con las aves sucias, la contaminación de las primeras está prácticamente asegurada.


Extractando de "Comer animales"

No voy a hacer una reseña al uso. No. Los extractos que pienso trasladar al blog son ya de por sí bastante reseña. Hablan por sí mismos del horror que provocamos a los animales, todos ellos inocentes. Son hechos probados que necesito, NECESITO, hacer saber a cuanta más gente mejor.

Tampoco sé cuantos posts tendré que escribir. En uno sólo resultaría excesivo, sobre todo para la gente que lee en diagonal, así que me planteo dividir los extractos que, bien por su crudeza, bien por su enseñanza, me han parecido más interesantes del libro Comer Animales, en varios posts.

Me encantaría que si alguien leyera alguno de estos extractos, se planteara si no ya el ser vegetariano, al menos el ser omnívoro selectivo.

Si algo sabíamos (SABEMOS TODOS) es que las granjas industriales son peores incluso que los campos de concentración nazis.

Este libro habla de las prácticas habituales en granjas industriales de Norteamérica. De la evolución de la agricultura, de la cultura gastronómica, de cambio climático, de la gente que pasa hambre. Todo ello está ligado a los animales.
Y, aunque Jonathan Safran Foer (autor de Todo está iluminado) es americano y habla, repito, de granjas industriales norteamericanas, no creo que haya mucha diferencia con las del resto del mundo.

EXTRACTOS:

“Una vez que ha mordido el anzuelo, un pez puede morir desangrado u asfixiado (los peces se asfixian cuando no pueden moverse) y luego ser arrojado a cubierta”.

“Antaño los pollos tenían una esperanza de vida de quince a veinte años, pero el típico pollo de hoy muere aproximadamente a las seis semanas. Su tasa de crecimiento diario se ha incrementado en un 400%.
La mayor parte de los pollitos son destruidos mediante un proceso de succión que los conduce a través de una serie de tubos hasta depositarlos en una placa electrificada. Algunos van a parar a enormes contenedores de plástico, donde se ahogan lentamente. Otros pasan conscientes a los maceradores (astillador de madera para pollos)”


“DESFALLECIDO:
Aquel animal que, debido a problemas de salud, cae y es incapaz de volver a ponerse en pie. Esto no implica que sufra una grave enfermedad. Lo más habitual es que sólo necesiten agua y descanso para librarse de una muerte lenta y dolorosa. Si tenemos en cuenta el bienestar animal, lo mínimo que podríamos hacer sería sacrificar de manera decente a esos animales caídos (200.000 vacas al año según estimaciones). Pero eso cuesta dinero, y los desfallecidos no sirven para nada, así que no merecen piedad. En la mayoría de los 50 estados norteamericanos es absolutamente legal (y habitual) dejar que esos animales agonicen horas o días, o arrojarlos, aún con vida, en contenedores”.
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